No me canso de oírlo, reconozco que forma parte del carácter español. Sí, nos encanta castigar (y a veces humillar) a los que presuntamente lo hacen mal, y más si se trata de gente pública, sobre todo de políticos. Eso es, parece que el PSOE lo ha hecho todo mal en el tiempo que lleva en el Gobierno (personalmente, no lo creo así, apoyo su política social -algunas de cuyas leyes no se han llevado a cabo, o han visto trabas en el funcionamiento correcto de las mismas, en Comunidades en las que manda el partido de la oposición-) y la única manera de castigarlo es quitarlo del mando. ¿Y cómo hacerlo? Pues votando a la oposición. Antes de llegar a esa conclusión, me gustaría hablar de otras cosas.
El voto útil. Ese es el llamamiento que hizo hace tiempo el PSOE. Su único objetivo era “unir” a toda la izquierda para quitar del Gobierno a la derecha, una derecha que en la última legislatura cometió errores graves que no supusieron nada bueno ni para España ni para los españoles (esos a los que la derecha se afana tanto en defender ahora). A saber, durante los últimos cuatro años del PP en el Gobierno, ¿qué hicieron bueno? ¿la boda de Ana Aznar? ¿la mala gestión en el desastre del Prestige? ¿la guerra de Irak? ¿las mentiras entre el 11 y el 14 de marzo que dieron como resultado la teoría de la conspiración que años después, y en el aniversario de los atentados, el PP ha vuelto a rescatar? Y eso sólo por mencionar algunos fallos de aquella época. Señores de la derecha (más en concreto, señores peperos), el PSOE no ganó las elecciones de 2004 “gracias” a los atentados, ganó porque algunos de los votantes (aquellos indecisos) decidieron castigar al Gobierno de entonces por intentar mentir a toda la población española (intentando convencernos de que los 192 muertos del 11 de marzo no tuvieron nada que ver con haber metido a nuestro país en una guerra ilegal). A ver si lo aprenden ya.
Eso mismo es lo que ahora los peperos están intentando. Castigar al Gobierno. ¿Cuál es la diferencia? Fácil. Los errores del PP son perdonables (a pesar de su insistencia en algunos asuntos que se escapan de la lógica, de la decencia, de la vergüenza, de la empatía…), en cambio los errores del PSOE son gravísimos, imperdonables, “debemos castigarlos” (que dicen algunos). Pero, si es lícito ese castigo, ¿no deberían preocuparse esos futuros castigadores de las consecuencias? Quiero decir, los mismos que castigarán al Gobierno en las elecciones de 2012 deberían hacer un recorrido por la maravillosa (ironía) oposición a la que nos tiene acostumbrados el PP, que se resume en una bonita y sencilla frase: dime qué opinas, que me opongo. Esa premisa que domina la argumentación política del PP supone, además, la inexistencia de ideas y propuestas que saquen a España de una crisis en la que ellos mismos nos metieron. Supone, también, la falta de memoria y la hipocresía en los que forman parte de dicho partido. Es mucho más cómodo decir todo lo que hacen mal sus contrarios para que, en el futuro, cuando todas esas drásticas medidas, que levantan las ampollas de los más fanáticos, den sus frutos, y que dentro del positivismo que nos envolverá entonces, se levante el presidente de turno para decir que todo eso lo ha hecho él. Han olvidado, olvidan y olvidarán lo que han votado, sabiendo, como saben, que se oponen a todo (absolutamente a todo) lo que propone el Gobierno, haga o no haga bien.
Encuentro muchísimas más diferencias entre estos dos partidos y sus partidarios. Como votante de izquierdas (y del PSOE) y amigo de votantes de derechas (y del PP), reconozco en mí mismo (y en mis amigos) las claras diferencias. Ya lo dije una vez, cuando yo discuto sobre política, intento argumentar mis opiniones con datos objetivos, reales y, sobre todo, actuales. Sí, es verdad que ahora he echado un poco la mirada hacia atrás, quizá haya pecado de lo mismo que pecan los peperos en constantes ocasiones. ¿Por qué esa manía, la suya, de recordar sólo las afrentas, las críticas, los ataques, a los que ellos se han visto sometidos? Se me ocurre una respuesta: quieren desviar la atención. Pero es mucho más simple de lo que ellos promueven (“el Gobierno actual hace ahora tal ley o habla ahora de este asunto para que los españoles nos olvidemos del verdadero problema y la mala situación que atraviesa nuestro país”, ese es su argumento más usado, sin cansarse). Repito, es mucho más simple. Cuando digo que ellos pretenden desviar la atención, me refiero a que ellos mismos ahora, en la actualidad, son promotores de esas mismas afrentas, críticas y ataques. La diferencia es que los de izquierdas no nos afanamos en recordárselo continuamente a los de derechas (repito: los errores del PP son perdonables y nunca serán castigados -es más, muchos son los premiados-, en cambio, los del PSOE son gravísimos, imperdonables y debemos recordárselos constantemente).
Como conclusión, me gustaría parafrasearme a mí mismo (de mi nota: “YO SOY ANTIESPAÑOL Y ANTIDEMOCRÁTICO”). Me molesta sobremanera que haya gente joven en el siglo en el que vivimos que realmente piense que con la llegada de Rajoy al Gobierno saldremos de esta crisis (crisis mundial que ha afectado especialmente a España porque “alguien” infló demasiado la burbuja inmobiliaria en nuestro país, una política económica que ahora ve las consecuencias negativas), cuando el PP llegue al poder y nos salve, empezaremos a oír de sus propios votantes (y de los que no lo somos) las críticas a la inexistente política social que hará. Es más, nos quejaremos de la privatización de la educación y de la sanidad (derechos recogidos en nuestra constitución), de la eliminación de algunos derechos conseguidos por el Gobierno de Zapatero (¿hablaremos entonces de inconstitucionalidad de las propuestas del PP?). Acepto y defiendo nuestro sistema, acepto y defiendo la democracia en la que vivimos. Acepto (y me resigno) que el PP gane las próximas elecciones (otra diferencia más: el PP todavía ni se ha resignado ni ha aceptado que perdió las elecciones en 2004 y en 2008, una rabieta de niño pequeño que dura ya siete años).
Dije una vez que en 2012 emigraré. Sé que ese año me enfadarán muchas cosas, la principal, me molestará que el PP llegue al Gobierno porque muchos votantes indecisos quieran castigar al PSOE. Sólo me alegraré de una cosa, el PP verá (aunque no aprenderá) lo que es una oposición limpia y en condiciones. No, ni el voto castigo, ni la abstención, ni el voto en blanco son la solución, pero "si muchos de los españoles que me rodean es lo que quieren, lo acepto. Y aunque el Gobierno (…) cambie gracias al -o por culpa del- mal llamado voto castigo, me resignaré pensando que no fui yo el que castigó a los españoles con el gobierno que nos espera", del que hemos visto ejemplos claros y absurdas manifestaciones en estos años.
Mucho me temo (y creo que no me equivoco) que el Gobierno que nos espera no distará mucho de la política de oposición llevada a cabo por el PP durante los años de mandato del PSOE. ¿Esa es la salvación que nos espera? ¿de verdad queremos eso? yo no.