jueves, 27 de enero de 2011

El que no trabaja es porque no quiere

No tengo trabajo. Quise creer que fue una elección personal en su momento, lo explico. Dejé de trabajar porque quería prepararme unas oposiciones, tuve suerte en su momento porque en mi último trabajo no se me renovaba el contrato (aduciendo que no estábamos en una buena época para hacerme fijo, y legalmente ya me tenían que hacer fijo). Pero tuve mala suerte porque las oposiciones no se convocaron, y he visto alargada mi situación de parado sin yo quererlo.

Para dedicarme a esas oposiciones, volví a casa de mis padres. Aquí no tengo que pagar ni alquiler, ni comida. Y los primeros cuatro meses, disfruté de la prestación por desempleo (la cuantía mínima, pero algo era). Cuando se me acabó la ayuda, descubro que no puedo optar a ninguna ayuda económica más porque vivía con mis padres y ellos (al menos mi padre) tiene unos ingresos superiores al mínimo exigido.

Esta situación, al parecer, es la que no me permite quejarme. Es decir, no tengo trabajo, pero no tengo gastos, y dispongo de una fuente de ingresos, aunque sea volviendo a la adolescencia y teniendo que alargar la mano ante mis padres para poder hacer las cosas típicas (salir, ir al cine, comprarme ropa, viajar...) Ahora, que llevo tiempo dedicándome de nuevo a la búsqueda de empleo, descubro, entre otras cosas, que tengo que trabajar 38 años y medio para poder optar a una pensión cuando me jubile. Pero no, no puedo quejarme, estoy en una situación privilegiada.

Como no hago nada, tampoco puedo quejarme de estar cansado. Reconozco que en este último año (un poquito más) me he dedicado casi exclusivamente a la vida sedentaria, y que cualquier movimiento, por pequeño que sea, me cansa. Es una pena, pero así es el acostumbrarse a algo (ya sea bueno o sea malo). Pero no, ni puedo, ni quiero quejarme de eso precisamente. Estas son realmente mis quejas.

Según mi informe de vida laboral, llevo cotizados 21 meses. Mi primer trabajo fue en 2004. Todos mis contratos han sido siempre temporales. Y todos ellos, de media jornada. Ahora empiezan los peros:

- Para conseguir mi primer trabajo tuve que escuchar en muchas academias de español que no se me contrataba porque no tenía experiencia. Y ahora tengo que escuchar que tengo demasiada experiencia, que legalmente me tienen que hacer fijo, y que no se puede por la situación que atraviesa España. Las academias de español para extranjeros ahora, sin decirlo directamente, no quieren gente con experiencia porque somos menos maleables (ya sabemos de qué va este mundillo).

- La presunta media jornada que yo firmaba, en muchos casos, dependía de las horas de clase que yo impartía. Si una semana era necesario, tenía clase desde las 9 hasta las 15:30. Si la semana siguiente se precisaba, tenía clase desde las 13:30 hasta las 19:00. Si había muchos alumnos, tenía clase desde las 9 hasta las 19:00. Sí, cierto, en mi último trabajo si yo hacía horas de más, tenía una ampliación del horario, pero nunca llegaba a la jornada completa (correspondía a 6 horas de clase, sin cobrar los descansos, aunque los utilizara para hacer mi trabajo). Y por supuesto, esas horas de más que yo hacía, NUNCA las cobré como horas extra, sino como una hora normal de trabajo (y a veces, mandándome a casita).

- A mí, igual que a mis compañeros, se nos contrataba porque éramos licenciados. Se entendía que nuestro trabajo era especializado. Pero en muchas de las academias se nos PROHIBÍA utilizar material propio. Se nos PROHIBÍA fotocopiar material fotocopiable de otros métodos. Se nos PROHIBÍA explicar las cosas de manera diferente a como aparecía en el material que nos facilitaban.

- Esas facilidades de ciertas academias, les permitía, además, contratar a gente no especialista en la lengua. Un ejemplo, me fui de beca como asistente lingüístico durante 7 meses a Francia. En aquel pueblo en el que yo estaba, podía haber unos 20 asistentes de español en institutos y colegios de la zona. Y de ellos, sólo conocí a dos filólogos (y una de ellas no trabajaba como asistente). El intrusismo en esta profesión lo he visto también en academias en España (incluso en los numerosos programas sobre los españoles por el mundo), parece que basta con hablar español.

- En mi primer trabajo me preguntaron si estaría dispuesto a trabajar por esta cantidad (escrita en un papel): 6 euros la hora. Inexperto, joven, acepté, soñando hacer de esa mi profesión en el futuro, y preocupándome en ese momento por adquirir experiencia, ya tendría tiempo de preocuparme por el sueldo más adelante. Y me he encontrado lugares en los que se cobraba menos por una hora de clase.

- En muchos de mis trabajos he tenido que hacer, además, otras actividades que no se correspondían con mi licenciatura (convirtiéndome así en un intruso de otra profesión, algo que más arriba he criticado), a saber: guía en museos que no conocía, guía por ciudades que no conocía, acompañante a clases de salsa, flamenco y otras danzas (haciéndome participar en muchas de ellas, se supone que para animar a los alumnos), relaciones públicas, animador sociocultural…

- Y ahora, buscando trabajo de cualquier cosa, un chico muy simpático en el INEM me dice que no voy a conseguir trabajar en nada en lo que no tenga experiencia.

- Han sido muchos años los que no he disfrutado de puentes y días de fiesta que todo el mundo tenía. He trabajado en jueves santo, he recuperado las horas del 2 de mayo (en Madrid), el 12 de octubre no era fiesta…

- He perdido dinero por ir al médico. Si yo faltaba a mi trabajo por una razón justificada, o no cobraba las horas que no hacía, o perdía un plus que teníamos por asistir. Es decir, era un autónomo, pero sin ser mi propio jefe.

- Los jefes. Tuve que escuchar de alguna que yo no sabía dar clase, que me fuera con ella a preparar mis clases (ocupar mi tiempo en el trabajo sin cobrarlo), algún otro nos confundía con alumnos, otros no sabían ni de dónde era y que ya había trabajado para ellos en otras “sucursales”, otra me dijo que a mí y al resto de temporales se nos había contratado para que los fijos pudieran tener vacaciones (cuando los contratos de los temporales, por ley, ya habían generado vacaciones, y, que me perdonen esos fijos, los temporales estábamos allí más horas que ellos), de otra escuché que le hacía una putada muy grande cuando la llamé para decirle que no iba a trabajar porque había fallecido mi abuela… Y esas son sólo las cosas que me dedicaban a mí directamente, en lo que se refiere a mis compañeros (y amigos, por supuesto), he escuchado otras barbaridades.

Sí, sigo quejándome del maravilloso mundo del español para extranjeros. Y ahora lo hago porque me había decidido a volver (animado por el chico del INEM), y he obtenido respuesta de 5 de las 20 academias a las que he enviado mi currículo aquí en Salamanca: una para decirme que le dará mi currículo al jefe de estudios, otra para decirme que no necesitan a nadie y otras tres para decirme que la dirección mail no existe.

miércoles, 19 de enero de 2011

Yo soy antiespañol y antidemocrático

He reconocido millones de veces que me encanta hablar de política. Además, me gusta hablar de política con gente que no piensa lo mismo que yo, convirtiendo esa conversación en una bonita discusión intentando convencernos unos a otros, y sabiendo todos los participantes de esa misma discusión, que será imposible llegar a un acuerdo (y en realidad no es lo que pretendemos al iniciarla).

Lo que me molesta es que se discuta conmigo de política con los mismos argumentos de siempre. (Me centraré únicamente en el más manido de todos los argumentos usados en mi contra) La política económica del Gobierno (con el que estoy de acuerdo en bastantes cosas) puede no ser la acertada. Pero, sorprendentemente, está siendo avalada por políticas europeas, que desde hace tiempo nos están exigiendo soluciones para que España consiga levantar cabeza.

Lo que me molesta sobremanera es que haya gente joven que verdaderamente piense que con la llegada de Rajoy al Gobierno (que llegará, mal que me pese) saldremos de esta crisis. Ya lo he dicho más de una vez. España está sumida en una crisis MUNDIAL, y nuestro país está inmersa en esta crisis como consecuencia de haber inflado la burbuja inmobiliaria que ahora ha explotado (sí, bonita frase hecha en los tiempos que corren). Pero, ¿por qué nadie recuerda quién fue el que tanto promovió el negocio inmobiliario en España?

El partido de la oposición, que tanto se afana en llamar antiespañoles y antidemocráticos a los de mi “calaña”, no podría ser un mejor ejemplo de esos dos mismos calificativos. A saber. El señor Rajoy no se cansa de repetir una y otra vez que quiere soluciones para la crisis, no se cansa de atacar al presidente de nuestro país (votado por MUCHOS españoles en las últimas elecciones) hablando de la supuesta inexistencia de política económica del gobierno socialista. No se cansa de llamar antiespañol y antidemocrático al PSOE porque dice que no lleva a cabo una buena política económica para sacar a nuestro país de esta situación en la que nos metió su propio partido.

El señor Rajoy, que se vanagloria de ser español y democrático, en lugar de criticar tanto, debería arrimar un poco el hombro. Y si tan español y democrático es, y si tan preocupado está por la situación económica de España, que ayude con sus propuestas. Si él nos va a sacar de la crisis, ¿por qué esperar a llegar al poder? ¿por qué no sacar ya de la crisis al país que tanto ama? Es más, si él tiene la solución, ¿por qué no se pone en contacto con todos los mandatarios europeos (mundiales, si me apuras) para sacarlos a todos de las malas situaciones por las que pasan?

No, lo más fácil para el PP es criticar. Decir que otros lo están haciendo mal. Decir que todas las leyes que se promueven ahora no son suficientes para superar el bache (y si dan soluciones, lo harán, para su gloria, bajo su mandato, llevándose, como es habitual, todos las medallas, los halagos y los aplausos de sus votantes). Decir que las leyes que se promueven ahora no tienen nada que ver con la economía y que sólo se hacen para desviar la atención del verdadero problema.

Cualquier gobierno debe gobernar un país en todos los aspectos. Sí, la economía es importante, es uno de ellos. Pero hacer una política económica no debería suponer el abandono del resto de políticas (tan importantes como la primera). Personalmente, voto al PSOE, y no por su política económica precisamente. Para mí, prima la política social sobre la política económica. Veo que para muchos no es así.

Cuando el PP llegue al gobierno, y nos salve, me gustaría no oír NI UNA SOLA CRÍTICA a la inexistente política social que hará. Me gustaría no oír NI UNA SOLA CRÍTICA cuando elimine derechos recogidos en nuestra constitución (con la privatización de la educación, de la sanidad…) y nos veamos obligados, encima, a gastar dinero en la educación y en la sanidad privadas, derechos fundamentales de los ciudadanos españoles reconocidos, repito, en la Constitución de 1978.

Según el partido de la oposición, soy antiespañol y antidemocrático, pero defiendo la democracia, ya estoy aceptando que el PP ganará las próximas elecciones, aunque no me guste (porque NO me gusta), acepto este sistema, y si muchos de los españoles que me rodean es lo que quieren, lo acepto. Y aunque el gobierno en 2012 cambie gracias al -o por culpa del- mal llamado voto castigo, me resignaré pensando que no fui yo el que castigó a los españoles con el gobierno que nos espera.

¿Quién calificará entonces de “antiespañoles” y “antidemocráticos” a quién?

lunes, 17 de enero de 2011

Malos humos (peor que comer chicle)

Sólo lo diré una vez (más). Aunque estoy un poco harto ya del tema del año, harto de hablar y de escuchar por todas partes opiniones sobre la ley antitabaco (o, llamada por otros, ley antifumadores). No vayamos a correr el riesgo de acostumbrarnos a ella algún día, y dejemos de hablar del temita (por supuesto, es ironía).

Como fumador que soy, puedo estar de acuerdo con algunos puntos de dicha ley, pero, por supuesto, sin estar completamente de acuerdo con la sobreprotección a la que desde las altas esferas entienden que deben someter a los niños y trabajadores. Todo esto es mucho más mundano y frívolo… que sí, que es muy bueno que la ropa no huela a humo después de una noche de fiesta; que sí, que es muy bueno no tener sabor a cenicero y esas resacas tan horribles; que sí, que es muy bueno que los camareros no fumadores no tengan que aguantar el humo de los clientes fumadores; que sí, que es muy bueno (y cómodo) comer en un restaurante sin el humo del puro del señor de 60 años de la mesa de al lado… me preocupan otras cosas (y sin ponerme tremendista ni exagerar).

  1. Se me han quitado opciones. Ya no tengo la posibilidad de elegir un bar en el que se pueda fumar, en el que poder disfrutar de mi derecho a fumar, de mi derecho a consumir un producto encarecido por los impuestos procedentes del mismo Estado que me prohíbe fumar en determinados lugares. Con la antigua ley, aunque pocas, pero existían las opciones para los no fumadores (repito, eran pocos, pero había bares sin humos, no así discotecas; que ampliaran la ley también para las mismas, era mejor solución que prohibir fumar en todas).
  2. ¿Es cierto que ahora los bares y discotecas no huelen a humo, pero sí huelen a humanidad? ¿o a fritanga? ¿o a tuberías? ¿o a baños? ¿o a productos de limpieza pasados?
  3. Los fumadores somos apestados (y apestamos, al parecer), ahora nos miran mal cuando antes (hace mucho, sí) era signo de distinción. Se anima a la gente a denunciar a los fumadores que lo hacen en lugares prohibidos (las leyes están para cumplirlas), hasta el punto de exagerar y pedir, algunos, que se nos marque de algún modo (si no es suficiente con el olor apestoso a humo, nosotros olemos a humo, no a humanidad).
  4. ¿¡Qué tontería es esa de que ahora somos un poco más Europa!? Me gustaría sentirme más europeo en otras cosas (en el sueldo mínimo, por ejemplo, cuando lo tenga). Queramos o no, a España se nos conoce por cosas como esta. Muchos eran los guiris sorprendidos (y agradecidos) de que se pudiera fumar en cualquier bar o discoteca. Supongo que ahora también se sorprenderán cuando les multen o les echen de algún bar o discoteca por fumar sin haberse enterado de que ya no se puede hacer (lo que dudo es que estén igual de agradecidos).
  5. Repito, ¿¡qué tontería es esa de que ahora somos un poco más Europa!? Es verdad, en la mayoría (por no decir, en todos) los países europeos no se puede fumar en bares y discotecas. Pero, ¿es que la cultura de bares es la misma en esos países? Me da miedo pensar que los fumadores más fanáticos se nieguen a ir a los bares, de cañas, de tapas, y que perdamos esa marca que nos diferenciaba (y nos hacía mejores) del resto de Europa.
  6. Se pondrán de moda las terrazas de invierno. Eso supondrá un ingreso extra para los ayuntamientos (y otro gasto más para los bares, los mismos quizá que ya se gastaron algo de su dinero para dividir su bar o restaurante en dos zonas diferenciadas físicamente). Proliferarán las estufas de calle en ciudades de clima frío. Al parecer (es cierto, no lo sé muy bien) estas estufas son caras y contaminan. Por no hablar de la contaminación acústica. Eso me lleva al siguiente punto.
  7. Las puertas de las discotecas se llenarán de fumadores borrachos gritones (¡qué asco!), en algunos lugares con vasos de plástico, desafiando otra ley (la del botellón), en otros con la copa esperando dentro, o, incluso, bebiendo de un trago la copa que acaban de pedir. Leí, además, que algunos bares ya se quejaban de los numerosos “simpas” que ya se han producido. Por no hablar de las quejas de los vecinos…
  8. (Para mí este punto es importante). Sí, muchos bares se han convertido en guarderías. Yo, personalmente, propondría a Herodes de portero en bares de tapas (en Salamanca, un Herodes en cada una de las entradas de la calle Van Dyck, por ejemplo).
  9. ¿Cómo será ahora el plan C que tanto nos gusta a algunos? (plan C de día Completo: Cañas por la mañana, Comida en un restaurante, Café y Copas de tarde, Cena en un restaurante diferente, Copas). Sin ocupar el día completo (el plan C puede ser sólo una parte del mismo), si me voy a tomar café con un amigo, sólo uno, ¿puedo dejarle solo en la cafetería para fumar en la puerta? ¿o nos tomamos rápido el café para irnos y poder fumar? ¿o se jode el fumador y punto? (de nuevo, a mí se me han quitado opciones).

Antes de terminar, reformularé, por si acaso, una frase mía del principio de esta nota: mis quejas son mundanas y frívolas, daos cuenta de que no he hablado de lo perjudicial que es el tabaco para la salud, tanto para mí, que soy fumador, como para los que me rodean, fumadores o no. Se habla de la tolerancia (o falta de la misma) de los fumadores hacia los que no lo son (una bonita generalización, un ejemplo perfecto de lo que digo a continuación). En breve, y si no al tiempo -y si es que no lo hago yo ahora mismo-, hablaremos de la falta de tolerancia de los no fumadores hacia los que lo somos.