Sólo lo diré una vez (más). Aunque estoy un poco harto ya del tema del año, harto de hablar y de escuchar por todas partes opiniones sobre la ley antitabaco (o, llamada por otros, ley antifumadores). No vayamos a correr el riesgo de acostumbrarnos a ella algún día, y dejemos de hablar del temita (por supuesto, es ironía).
Como fumador que soy, puedo estar de acuerdo con algunos puntos de dicha ley, pero, por supuesto, sin estar completamente de acuerdo con la sobreprotección a la que desde las altas esferas entienden que deben someter a los niños y trabajadores. Todo esto es mucho más mundano y frívolo… que sí, que es muy bueno que la ropa no huela a humo después de una noche de fiesta; que sí, que es muy bueno no tener sabor a cenicero y esas resacas tan horribles; que sí, que es muy bueno que los camareros no fumadores no tengan que aguantar el humo de los clientes fumadores; que sí, que es muy bueno (y cómodo) comer en un restaurante sin el humo del puro del señor de 60 años de la mesa de al lado… me preocupan otras cosas (y sin ponerme tremendista ni exagerar).
- Se me han quitado opciones. Ya no tengo la posibilidad de elegir un bar en el que se pueda fumar, en el que poder disfrutar de mi derecho a fumar, de mi derecho a consumir un producto encarecido por los impuestos procedentes del mismo Estado que me prohíbe fumar en determinados lugares. Con la antigua ley, aunque pocas, pero existían las opciones para los no fumadores (repito, eran pocos, pero había bares sin humos, no así discotecas; que ampliaran la ley también para las mismas, era mejor solución que prohibir fumar en todas).
- ¿Es cierto que ahora los bares y discotecas no huelen a humo, pero sí huelen a humanidad? ¿o a fritanga? ¿o a tuberías? ¿o a baños? ¿o a productos de limpieza pasados?
- Los fumadores somos apestados (y apestamos, al parecer), ahora nos miran mal cuando antes (hace mucho, sí) era signo de distinción. Se anima a la gente a denunciar a los fumadores que lo hacen en lugares prohibidos (las leyes están para cumplirlas), hasta el punto de exagerar y pedir, algunos, que se nos marque de algún modo (si no es suficiente con el olor apestoso a humo, nosotros olemos a humo, no a humanidad).
- ¿¡Qué tontería es esa de que ahora somos un poco más Europa!? Me gustaría sentirme más europeo en otras cosas (en el sueldo mínimo, por ejemplo, cuando lo tenga). Queramos o no, a España se nos conoce por cosas como esta. Muchos eran los guiris sorprendidos (y agradecidos) de que se pudiera fumar en cualquier bar o discoteca. Supongo que ahora también se sorprenderán cuando les multen o les echen de algún bar o discoteca por fumar sin haberse enterado de que ya no se puede hacer (lo que dudo es que estén igual de agradecidos).
- Repito, ¿¡qué tontería es esa de que ahora somos un poco más Europa!? Es verdad, en la mayoría (por no decir, en todos) los países europeos no se puede fumar en bares y discotecas. Pero, ¿es que la cultura de bares es la misma en esos países? Me da miedo pensar que los fumadores más fanáticos se nieguen a ir a los bares, de cañas, de tapas, y que perdamos esa marca que nos diferenciaba (y nos hacía mejores) del resto de Europa.
- Se pondrán de moda las terrazas de invierno. Eso supondrá un ingreso extra para los ayuntamientos (y otro gasto más para los bares, los mismos quizá que ya se gastaron algo de su dinero para dividir su bar o restaurante en dos zonas diferenciadas físicamente). Proliferarán las estufas de calle en ciudades de clima frío. Al parecer (es cierto, no lo sé muy bien) estas estufas son caras y contaminan. Por no hablar de la contaminación acústica. Eso me lleva al siguiente punto.
- Las puertas de las discotecas se llenarán de fumadores borrachos gritones (¡qué asco!), en algunos lugares con vasos de plástico, desafiando otra ley (la del botellón), en otros con la copa esperando dentro, o, incluso, bebiendo de un trago la copa que acaban de pedir. Leí, además, que algunos bares ya se quejaban de los numerosos “simpas” que ya se han producido. Por no hablar de las quejas de los vecinos…
- (Para mí este punto es importante). Sí, muchos bares se han convertido en guarderías. Yo, personalmente, propondría a Herodes de portero en bares de tapas (en Salamanca, un Herodes en cada una de las entradas de la calle Van Dyck, por ejemplo).
- ¿Cómo será ahora el plan C que tanto nos gusta a algunos? (plan C de día Completo: Cañas por la mañana, Comida en un restaurante, Café y Copas de tarde, Cena en un restaurante diferente, Copas). Sin ocupar el día completo (el plan C puede ser sólo una parte del mismo), si me voy a tomar café con un amigo, sólo uno, ¿puedo dejarle solo en la cafetería para fumar en la puerta? ¿o nos tomamos rápido el café para irnos y poder fumar? ¿o se jode el fumador y punto? (de nuevo, a mí se me han quitado opciones).
Antes de terminar, reformularé, por si acaso, una frase mía del principio de esta nota: mis quejas son mundanas y frívolas, daos cuenta de que no he hablado de lo perjudicial que es el tabaco para la salud, tanto para mí, que soy fumador, como para los que me rodean, fumadores o no. Se habla de la tolerancia (o falta de la misma) de los fumadores hacia los que no lo son (una bonita generalización, un ejemplo perfecto de lo que digo a continuación). En breve, y si no al tiempo -y si es que no lo hago yo ahora mismo-, hablaremos de la falta de tolerancia de los no fumadores hacia los que lo somos.