lunes, 18 de febrero de 2013

Causa y efecto

¿Quién dijo que ser friki era malo? ¿Quién decidió que es algo negativo? Piénsenlo por un momento, un segundo... Hagan memoria y recuerden todo aquello que les gusta. Seguro que les están atacando millones de imágenes de algo que realmente les gusta mucho, con lo que disfrutan de verdad. Ahora piensen en cómo disfrutan de esa afición en concreto, y véanse contando (y posiblemente defendiendo con vehemencia y un poco visceralmente) cómo disfrutan de esa afición a sus amigos o familia. ¿Lo han hecho? ¿Se han reconocido como frikis de algo? ¿Y cómo se sienten? Supongo, e imagino, que no tendrán ningún tipo de arrepentimiento ni ningún sentimiento de culpabilidad ni nada por el estilo... ¿Es así?

La sociedad en la que la mayoría de los españoles nos hemos criado nos ha enseñado que todo aquello que nos provoca un extraño sentimiento de culpabilidad, de que estamos haciendo algo malo, es pecado y no se debe hacer. Me viene ahora a la mente aquella sabía frase, del acervo popular: "Todo lo que me gusta es malo, engorda o es pecado." Esta concepción, esta "manera de aprender" que nos han impuesto desde pequeños se muestra en muchos más sitios de los que pensamos (fíjense que he empezado ejemplificándoselo con el hecho de ser friki de algo, de lo que sea).

La duda, más que razonable, surge en el momento de querer eliminar ese sentimiento y, por consiguiente, esa concepción. O al contrario. Me explico. Esto es un poco como lo del huevo y la gallina, ¿qué fue primero? ¿El sentimiento de culpabilidad es el que nos alerta del pecado y de las cosas mal hechas? O ¿es el pecado el que nos provoca el sentimiento en cuestión? Reflexionarlo en sí mismo ya es complejo (y leerme también, no sé si queda claro).

Reestructuro lo dicho hasta ahora, lo redigo aún a riesgo de parecer un redicho. La pregunta está relacionada con hechos y consecuencias, ciertos actos provocan algunas circunstancias y ciertas circunstancias llevan a algunos actos. ¿Qué ocurre con el pecado y la culpa? Y si nos olvidamos de esa palabra, de ese concepto cristiano del "pecado" (sí, puede parecerles horrible, sobre todo al ser conscientes de que está ahí porque nos lo han impuesto desde que éramos pequeños, ¿no es cruel?).

El lenguaje es fuerte (sobre todo para aquellos que se valen de él como herramienta de "trabajo"). Seguramente habrá algunos que hayan empezado a leer la nota y hayan pensado en algunas cosas obscenas, ¿por qué no? Y esto, ¿a qué se debe? El lenguaje y la palabras son mucho más potentes de lo que ustedes piensan. Una sola palabra basta para dirigir los pensamientos de la persona que la está escuchando o leyendo.

Pero como decía un par de párrafos más arriba, olvidémonos de esa horrible palabra, olvidemos a la vez el concepto cristiano del "pecado": ¿las cosas mal hechas con causas o efectos?

Piensen en la venganza. La buena. La de verdad. Esa venganza en que las "cosas malas" son causadas por algo (bueno o malo, dependiendo de la percepción del que la recibe). Cada vez que pienso en ello, no puedo evitar acordarme de la película "Dogville". Confieso que me paso parte de la película deseando que llegue ese final y confieso que me alegro de que termine como termina. Siento mucho alivio con esa venganza. ¿Es cruel? De nuevo, ¿quién lo decide?

Recuerdo ahora una canción que se cantaba en el pueblo de mi padre a los niños pequeños (a mí me la cantaron), reza de la siguiente forma:
"¿Qué tienes en la cabeza que tanto te pesa? Quítatelo de ahí que te vas a morir."
¿Se dan ustedes cuenta de la crueldad de estas sencillas palabras? No sé si era necesario infundir tanto miedo a los niños con esas ideas del pecado (no se me entienda mal que tampoco estoy defendiendo la anarquía sentimental y no enseñar la diferencia entre el bien y el mal). Pero me asusta echar una somera ojeada al pasado y a la historia (europea) y ver que por esos conceptos se han cometido la mayoría de las atrocidades que más avergüenzan ahora a la humanidad. Sé lo que están pensando, yo también, es así, es triste, pero la historia se repite.

Muchas son las cosas que sirven de excusa para llevar a cabo muchas atrocidades. Muchos son los actos que se nos intentan vender como efectos cuando en realidad son causas, y esto no es de ahora, que viene de muy atrás. ¡Qué mal aprendemos!