miércoles, 21 de julio de 2010

La poesía es para disfrutarla... (V)

RECUERDOS MUERTOS

Recuerdos,
suerte que los tengo, que
puedo mantenerlos en mis
sueños mientras
duermo,
muertos.

lunes, 19 de julio de 2010

El verano es para trabajar

Hoy tengo ganas de quejarme. Hace tiempo, en mi trabajo, una alumna me dijo que siempre estaba quejándome, y hace dos días una amiga me dijo que quien más se queja es quien mejor está. La verdad es que esta amiga mía se refería a quien se queja de salud, y refiriéndose a una de sus hermanas, que está continuamente quejándose de sus achaques y es la que menos enfermedades ha sufrido en la familia (ninguna grave, que conste). Y también hacía referencia a mi abuelo, que pasó por la terraza en la que estábamos tomándonos unas cañas para decirnos lo jodido que estaba, cuando aparenta estar como una rosa. Yo, la verdad, es que de salud me quejo bastante poco (aunque cuando lo hago, lo hago con ganas)... las quejas a las que se refería mi alumna son un poco más frívolas.

Ahora que estamos en verano, y que estamos pasando más calor de lo habitual (o eso es lo que pienso yo), y yo, que odio tanto el calor, no hago más que quejarme de eso mismo. De lo mal que duermo, de lo mal que lo paso cuando salgo de casa, de que dé el sol por la mañana en el salón, de que no corra el aire en mi habitación interior, de que la gente esté obsesionada con ir a la playa y a la piscina. Sí, cierto, el verano no me gusta. Ya lo he dicho millones de veces, lo único que me gusta del verano es que los días sean tan largos. Pero soy un chico de invierno, me gusta el frío, soporto mejor el frío que el calor. Cuando uno tiene frío se puede abrigar y abrigar y abrigar más... en cambio, cuando uno tiene calor, llega un momento que no se puede quitar más ropa, y aunque se la quitara, a veces no solucionaría nada.

Además, con el trabajo que tuve durante tantísimo tiempo, yo el verano lo relaciono a una de las épocas de más trabajo. Fui profesor de español para extranjeros, y el verano es una de las épocas que más guiris vienen. Unos vienen a estudiar de verdad, y a aprender español con verdadero interés, pero otros (la gran mayoría) vienen en busca del calor español, de las playas, de la fiesta, de la siesta, y en clase lo que menos hacen es atender a las explicaciones de un profesor que no hace más que sudar y pelearse con el aire acondicionado. Ellos, muchas veces, y debido a las consecuencias de las resacas que sufren diariamente, tienen frío bajo el aire acondionado. De verdad, que no lo comprendo, no comprendo a la gente a la que no le gusta el aire acondicionado. Me declaro pro-aire acondicionado y anti-calefacción.

Y cuando hablo de mi profesión, no puedo pasar sin quejarme de las condiciones en las que nos tienen a todos mis colegas. Nosotros, los profesores de español en academias privadas tenemos que aceptar que se nos hagan contratos de media jornada (y con suerte, algunos no llegan ni a media jornada) para trabajar la jornada completa. Esas horas extras que nosotros hacemos no las cobramos como tal, sino que acabamos cobrándolas en negro, o, si tenemos suerte, el próximo mes con una ampliación de nuestras horas de contrato y, con más suerte, trabajando menos para restar las que tenemos acumuladas. Cuando uno acepta estás condiciones, no es consciente totalmente de lo negativo de la situación hasta que tiene que ir a la oficina del paro en busca de la prestación por desempleo y oye de una funcionaria amable que tenemos el mínimo del mínimo.

Pero no es eso lo peor. Lo peor es que tenemos que hacer trabajos para los que no estamos preparados. Cierto, en este tipo de academias uno de los requisitos es ser licenciados, pero ni siquiera buscan licenciados en Filología Hispánica, les vale cualquiera que tenga una carrera de letras. Esto supone mucho intrusismo. Gente que cree estar preparada sólo por hablar el idioma que se supone va a enseñar. La búsqueda de gente especializada, además, no tiene ningún aliciente. En muchas de las academias se nos exige utilizar un material, y no salirnos de ese material. Aducen que ese material está hecho por gente especializada que conoce los niveles con los que se trabaja, que conoce los ejercicios que sirven para qué nivel y para practicar qué parte gramatical. Es la pescadilla que se muerde la cola: puedo contratar gente que no es de Filología Hispánica porque le voy a exigir que utilice mi material (aunque lleve sin revisarlo años y sepa que no es nada bueno), y si veo que utilizan otro material que no es el mío, después de echarles la consecuente bronca, le obligaré a que lo maquete para nosotros y me lo quedaré, si es bueno, para el futuro (bien pensado, esa será la revisión que haga del material).

No, en estas academias no se puede llevar material propio. Todo profesor de español sabe que esto es algo propio de nuestra profesión. Los que llevamos muchos años vamos acumulando material que sabemos que funciona, que sabemos que es bueno y con el que además podemos lucirnos en clase para algunas explicaciones. Si, por suerte, encontramos una academia que nos deja utilizarlo, no se nos pagará. A nosotros sólo se nos paga las horas que estamos dando clase, pero si, como buenos profesionales, utilizamos una media hora (el día que menos) en preparar alguna clase, ese tiempo no se nos paga... ¿por qué se nos iba a pagar? estamos fuera del aula.

Como decía antes, tenemos que hacer trabajos para los que no estamos preparados. Tenemos que lidiar a veces con adolescentes cuyos padres no saben como librarse de ellos para tener unas buenas vacaciones, cuyos padres cagan dinero y han enseñado a sus hijos que todo aquel que trabaje para él, es inferior. Tenemos que hacer de psicólogos cuando vemos a algún alumno sufrir por alguna causa, aunque sea extraescolar. Tenemos que responder a las necesidades de todos, si tenemos una clase mal nivelada (es decir, un alumno que sabe más junto con un alumno que sabe menos) nuestra obligación es hacer que uno aprenda más rápido y que el otro frene un poco.

Pero no me olvido, no. Tenemos que hacer de guías, excursiones por la ciudad en la que trabajamos, o excursiones a otras ciudades. Eso supone, por nuestra parte, un claro ejemplo de intrusismo en otra profesión, algo de lo que me he quejado más arriba. Tenemos que tener un buen nivel de cultura española para responder a algunas de las preguntas impertinentes del listo que quiere saber de qué siglo es el tapiz que está colgado de la pared de un museo en el que sólo visitamos Goya y Velázquez. Debemos saber mucho sobre historia española, sobre todo de la más reciente. Y en otros casos tenemos que evitar temas que en otros países pueden ser tabú (política, dinero y religión, por ejemplo), y si nos atrevemos a tocar estos temas, hay que saber que nosotros carecen absolutamente de opinión, nuestras ideas las tenemos que dejar fuera del aula. Uno de estos alumnos sabe que paga mucho por su curso, y piensa equivocadamente que todo lo que paga es para el profesor. Como digo, lo piensa equivocadamente. He trabajado en muchas academias, y en alguna de ellas sé que al profesor no le llega ni el 12%. La excusa, el material es muy caro (como no podemos utilizar el nuestro...)

Mantengo amistad con muchos de mis alumnos. Eso es lo mejor de mi trabajo, el ambiente, tanto en la clase, con muchos de mis alumnos, como en la sala de profesores (sobre todo en mi último trabajo). Reconzco haberme encontrado en algún lugar sin saber quienes son mis compañeros de trabajo, y en otros que la diferencia entre veteranos y nuevos era tan grande que ni nos juntábamos para fumar un cigarro en la puerta. En estos lugares, me he dado cuenta de que existe en este mundo un alto grado de competitividad, cuando todos estamos trabajando por la misma mierda de sueldo y sometidos a las mismas vejaciones. Me he encontrado con jefes maravillosos, me he encontrado con otros que no lo eran tanto, pero molestaban poco, he visto a algunos que pasaban totalmente de sus empleados (hasta el punto de confundirnos con alumnos), y otros que estaban demasiado encima (hasta el punto de espiar y poner en duda tu profesionalidad, habiendo confiado, como lo hicieron en un principio, en tu profesionalidad demostrada con un curriculum de más de dos años de experiencia).

Todo profesor de español en academia privada tiene en mente al gran Borges, cuando hace tiempo publicó uno de los mejores chistes que se han hecho hasta el momento sobre el tema. La pena, es que ese mismo chiste no pueda servir de foto para el curriculum. Y esa es la mayor queja de todas.

domingo, 18 de julio de 2010

... y unas pinceladas de presunta prosa poética (IV)

A veces personas importantes en nuestras vidas atraviesan momentos difíciles en las suyas. Nuestro instinto nos lo dice y nos impulsa a insistir y a intentar ayudar, sin poder, en muchos casos, hacer nada que lo pueda solucionar. Es entonces cuando tienen que ver en nosotros la paciencia y el apoyo en silencio, sólo en esas circunstancias debemos hacerles saber que estaremos para cuando quieran y para cuando lo superen.

viernes, 16 de julio de 2010

Poli- muchas cosas... sobre todo, política

Siempre lo he dicho, me encanta hablar sobre política, y además me encanta hacerlo con personas que no piensan lo mismo que yo. Hablar de política con quien comparte mis ideas es un poco aburrido, dándonos la razón en cada argumento, pero hacerlo con alguien totalmente contrario ideológicamente es una de las cosas más divertidas... porque se convierte en una especie de reto, y, me doy cuenta, hace que me apasione aún más por aquello que pienso, que digo, que defiendo y en lo que creo.

Lo bonito de la democracia, lo bonito de vivir en el país que nos ha tocado vivir, es el poder expresar nuestras opiniones, y rebatirlas, intentar convencer a nuestro interlocutor, argumentar... lo bonito de este tipo de conversaciones es que ambos sabemos que no vamos a cambiar de idea, por muy bien que nos argumenten algún punto, por muchas razones que puedan parecer convicentes nos den. Y para hablar de política, hay que conocerla. No me las doy de conocer todos los entresijos de la política (de hecho, alguna vez que otra se me ha olvidado el nombre de tal ministro, en qué ministerio está este otro...), pero sí sé lo suficiente como para tener unos ideales que defender, como para poder mantener una larga conversación... Me gusta empaparme de política de vez en cuando.

Mi abuelo decía que para poder quejarte, debías ejercer tu derecho a votar. Que me lo diga un hombre de más de 80 años me llena de orgullo, un hombre que pasó por lo que pasó (sin hacer demagogia, palabra muy de moda gracias a los programas del corazón), que luchó por lo que luchó, un hombre que junto con todos los que vivieron su época nos han dado lo que hoy tenemos. Como decía antes, es lo maravilloso de la democracia, de vivir en un Estado social y democrático de derecho. Gracias a las libertades de las que estamos rodeados somos capaces de expresar nuestras opiniones sin miedo a grandes represalias, sólo a que alguien pueda rebatírnoslas.

Hace tiempo oí de una amiga mía: "¿Qué es eso de que "respeto tu opinión"? te respeto a ti... pero ¡lo que estás diciendo es una auténtica gilipollez!"... la verdad es que estoy de acuerdo con ella. Tenemos que respetarnos como personas que somos, pero a veces podemos escuchar muchas atrocidades. La verdad es que, como siempre, los extremos nunca son buenos, porque también escuché de otra amiga: "¿Por qué tengo que aguantar durante cuatro años lo que una panda de imbéciles ha votado?"... No es que respetemos las opiniones, no es que compartamos o no compartamos ciertas ideas, no, lo que en muchos casos tenemos que hacer es aceptarlas, sin más. Tenemos que hacer con las opiniones de los demás lo que queremos que hagan con las nuestras propias. Eso sí, como me han dicho muchas veces, con un lógico razonamiento y una buena argumentación.

No se puede hablar de política (hace poco lo he sufrido en mis propias carnes) con alguien que no tiene argumentos, o peor aún, con alguien que sólo tiene un argumento. ¿De verdad hay gente que cree que se puede mantener una discusión sobre política defendiendo hasta la saciedad un sólo argumento? realmente es muy cansino. Uno se preocupa de razonar todos sus argumentos, incluso aportar datos, lo que decía antes, intentando convencer a nuestro interlocutor, buscando realidades para ejemplificar... a veces es un trabajo duro, pero es necesario para que no se nos acuse de defender lo indefendible. Y, como digo, después de ese duro trabajo oímos el mismo argumento de siempre. Es totalmente inútil, aunque al final tenemos que aceptarlo, por mucho que nos cueste.

Tengo mis ideas, mis ideales, mis valores, mis principios, mis opiniones, como todos; y la verdad es que se me ve venir. Quien me escuche en una conversación sobre política descubrirá en poco tiempo hacia qué lado tiro (me lo han dicho muchas veces). Y estoy cansado de que siempre se acuse de lo mismo, yo no lo hago con mis "contrarios" porque entiendo que hemos evolucionado, que el tiempo ha pasado y que han seguido cometiendo errores (unos y otros) tanto o más importantes que los anteriores (que los históricos incluso) y que pueden servir igualmente para argumentar, para razonar y para debatir sosegada y civilizadamente con esa gente a la que respetamos, pero de la que quizá estemos pensando que salen muchas tonterías de su boca... jejejeje...

sábado, 10 de julio de 2010

La poesía es para disfrutarla... (IV)

HUIR

Quiero,
siento,
miento,
huyo de las palabras,
corro por los pasillos
de mi interior.

Pienso,
quiero,
intento
vencer a las palabras,
huir de los recuerdos
de ti.

miércoles, 7 de julio de 2010

... y unas pinceladas de presunta prosa poética (III)

Me cansé de esperar una explicación que no merecía, reconozco que la culpa ha sido sólo mía... solamente yo me ilusioné, solamente yo intenté lo imposible... yo SOLO... no quiero estropear lo que ya habíamos conseguido, ahora te necesito más que nunca... espero, con el tiempo, poder perdirte perdón sin vergüenza, y volver a ser lo que ya habíamos logrado ser.

martes, 6 de julio de 2010

Abanderados de la sinceridad

Hacer cosas que sabemos que no debemos, pero aún así las hacemos. Quizá porque no lo pensamos, y porque en el momento sólo pensamos en el placer que nos producen, pero después, poniendo tiempo de por medio, reflexionando con nosotros mismos, reconocemos que no deberíamos haberlas hecho. Muchas de las veces que reflexionamos, y nos invade ese sentimiento de culpa, somos conscientes de que no valió la pena, que haberlo disfrutado en un pequeño momento de nuestras vidas no nos compensa por todo lo que nos lamentamos cuando nos ataca aquello que llaman la voz de la conciencia.

Somos muchos los que no podemos zafarnos de esa pequeña vocecilla de nuestro interior. Nos aturde y nos persigue continuamente después de cometer el "pecado". Ni siquiera nos ayuda hablarlo con amigos, porque ellos mismos, si son buenos, nos dirán lo que estamos oyendo continuamente en nuestras cabecitas. Eso me lleva a plantearme otra cosa, ¿de verdad es tan buena la sinceridad?

En muchas ocasiones, cuando preguntaba la opinión sobre algo a alguien, lo único que buscaba era oír lo que quería. Pero me he encontrado con la verdadera opinión de mi interlocutor, con aquella maravillosa frase, "¿te puedo ser sincero?"... uno piensa en ese momento, "¿es que no lo has sido siempre?"... pero después de escuchar lo que no queríamos, contestamos inconscientemente a esa primera pregunta: "no, no lo puedes ser".

Ser sincero no es necesariamente estar siempre en posesión de la verdad. Quizá tu opinión es sólo tu opinión, no la universal, no la correcta, no la normal. Es cierto que cuando cuento alguno de mis problemas (o quebraderos de cabeza) a mis amigos, quiero que sean sinceros conmigo, quiero que me digan lo que realmente piensan, quiero que me aconsejen, quiero que me ayuden (si pueden)... Es decir, quiero sinceridad de quien realmente quiero.

Repito, que seas sincero conmigo no te da derecho a atacarme con cosas que sabes que me pueden doler. Se nota cuando estoy agobiado con ciertas cosas, y se me ve cuándo pregunto para escuchar lo que realmente quiero oír. Si quiero sinceridad, la pido (con otra maravillosa frase: "por favor, sé sincero/a, ¿qué piensas de...?"). Pero eso no quiere decir que esté deseando que me mientan (o que me falseen, concepto muy de moda gracias a Gran Hermano). No estoy buscando que me digan todo a la cara.

No, en ocasiones es bueno guardarse cosas. La cosas que sabes que no van a sentar bien, que van a hacer daño, ¿por qué decirlas? ¿qué necesidad tenemos de dañar a la gente? Se pueden tener grandes conversaciones, se pueden mantener grandes amistades sin necesidad de decirlo todo a la cara. Todos, repito, todos tenemos secretos, todos nos guardamos cosas, eso es algo que a muchos les cuesta aceptar y van por la vida como abanderados de la sinceridad, de la verdad y de ir siempre de frente. Pues, la verdad, no quiero eso para mí. Nunca presumiré de ser sincero siempre, nunca presumiré de estar siempre en posesión de la verdad y de la razón, y nunca presumiré, por supuesto, de ir siempre de frente.

Quien me conoce, quien me quiere (y, por ende, a quien conozco y a quien quiero) sabe como soy. Sabe que soy sincero cuando tengo que serlo, sabe que tengo razón cuando la tengo, sabe que no miento cuando digo la verdad, sabe que voy de frente cuando tengo que hacerlo. Y sabe, también, que reconozco ser un falso con quien yo reconozco que lo es conmigo... es fácil...

lunes, 5 de julio de 2010

La poesía es para disfrutarla... (III)

LUNA LUMINOSA

Luminosa luna,
tú que miras
cada noche,
me deslumbras,
luna,
que me ves,
que me escuchas,
me iluminas
en mis noches
vacías...
luminosa,
en el cielo
inmóvil,
tú me guías
y me enseñas
el camino,
luna luminosa.

domingo, 4 de julio de 2010

Ayer, hoy y mañana...

Cuando volví a verla y a hablar con ella, me di cuenta de que no había pasado el tiempo, a pesar de que hacía más de cinco años que no nos veíamos. En un momento nos pusimos al día, no paramos de hablar y nos contamos todo lo que no nos habíamos contado desde nuestra última conversación. Me contó todo lo que había estado haciendo en todo este tiempo, yo hice lo propio. Nos reímos con las historias que relatábamos, las unimos a las propias experiencias, hablamos de unos y de otros respondiendo a las preguntas que nos íbamos haciendo sobre la gente que conocíamos. Recordamos los viejos tiempos, con pelos y señales, los momentos que habíamos vivido juntos, y con nuestros amigos, durante el año que compartimos. Al llegar la noche fuimos conscientes de que no había habido ni un pequeño silencio en todo el día, y ambos llegamos a la misma conclusión: no parecía que no hubiesemos hablado en tantos años.

Me pasó lo mismo hace tiempo, con una conversación de más de dos horas por el Skype con una amiga de la infancia en la que recordamos todo lo que habíamos compartido. La verdad es que con ella había hablado más, pero entre un contacto y otro pasa bastante tiempo. Ya había hablado de esto con otros amigos del pueblo, a los que, hubo una época, sólo veía de verano en verano. Pero nunca nos costó retomar las cosas donde las habíamos dejado, nunca nos costó volver a estar como estábamos antes.

Y creo que me pasará con más gente. Hay personas en mi vida, muchas, con las que creo que podré mantener la relación incluso con mucho tiempo de ausencia de noticias. Las reconozco con facilidad, personas con las que sé que me costaría estar callado, personas con las que, si se produjeran, se producirían silencios que no podríamos calificar de incómodos. Esos silencios que a veces agradecemos, y que utilizamos, muchas veces, para hacer memoria, para rebuscar entre nuestros recuerdos y analizar nuestras vivencias hasta llegar a la conclusión de cuáles son las que podemos recordar juntos o de cuáles puedo hacer partícipe a los que en ese momento me escuchan. Tener personas así en mi vida me llena de orgullo, me alegra, me hace sentir acompañado incluso disfrutando de mi soledad.

Hacer que pase el tiempo por nosotros y por nuestras relaciones sociales sólo depende de nosotros. De saber elegir de quién rodearnos. De hacernos querer. De hacernos valer frente a nuestros amigos. De saber que nuestros amigos valen lo que valen. Pero todo esto, creo, debemos hacerlo inconscientemente. Al menos eso es lo que ahora pienso, después de analizar al detalle mis últimas vivencias. Y ahora que soy un poquito más consciente de ello, cometo el error de pensar en la gente que va entrando en mi mundo, estoy contento de tener a quien tengo, y espero, deseo y quiero que esa gente forme parte de mí durante mucho tiempo, incluso, como decía antes, en ausencia de noticias.

El paso del tiempo, en ocasiones, a las pruebas me remito, es beneficioso para nuestra manera de comportarnos socialmente. Nuestros amigos son amigos por lo que vivimos con ellos y sin ellos. Esas son las cosas que enriquecen las relaciones, los recuerdos y las anécdotas forman parte de nuestras vivencias que nos ayudarán, en un futuro o en el mismo presente, a aconsejar, a ejemplificar ciertas situaciones, a advertir, a divertir, a aburrir... en definitiva, a unirnos más a quien deseamos tener cerca.

Sea lo que sea el tiempo, oro o efímero, debemos aprovecharlo. No tenemos que dejarlo escapar. Hay que disfrutar de cada segundo como si fuera el último de nuestras vidas. Hemos de ser capaces de convertirlos, esos segundos vividos, en los mejores instantes fotográficos en nuestra mente.

Sin saberlo, disfrutaremos más del futuro haciendo de nuestro presente los mejores recuerdos del pasado.

jueves, 1 de julio de 2010

Vacaciones estivales: a pasar calor... sin parar...

Me encanta la espontaneidad. Sí, reconozco que me gustan las sorpresas en cada momento, me gusta que las cosas vayan llegando como tienen que llegar... Y me sorprende. Yo, que siempre que tenía la idea de hacer algo, lo planeaba, lo organizaba al milímetro, y me costaba salirme de mis propios planes... pero la experiencia me ha dicho que los eventos espontáneos son los que mejor salen, en los que mejor se lo pasa uno, en los que más se disfruta...

Últimamente es lo que me está pasando. Me están saliendo planes hasta de debajo de las piedras. Sin pensarlo, lo que se planteaba como un verano normalito... incluso soso... incluso aburrido... se ha convertido en un verano lleno de planes, de un constante ir y venir de gente, de un continuo movimiento de un lado a otro, de un "lo siento, este fin de semana no puedo, lo tengo ocupado" a todas horas... Sin quererlo, sin proponérmelo, he ocupado mi verano como si del último verano de estudiante se tratara.

Hace bien poco hablaba con una amiga por teléfono. Ambos recordábamos nuestro verano de COU, de segundo de Bachillerato, como uno de los veranos en los que más habíamos hecho, y en los que más habíamos disfrutado de las vacaciones estivales. Incluso, reconocíamos con melancolía que nos costaría volver a tener otro verano como ese. Y es que, de un tiempo a esta parte, el verano ha sido una de las épocas en las que más he trabajado. Las circunstancias, y mi ocupación hasta el momento, convertían el verano en una de las mejores épocas y en la época propicia para el trabajo. Carecía de vacaciones de verano desde el 2004. Sí, recuerdo no haber trabajo el verano de 2007, lo ocupé proponiéndome sacar el carnet de conducir. Pero mis veranos nunca han sido veranos de vacaciones.

Parece que mi cuerpo y mi subconsciente se han dado cuenta de ello este mismo verano. Estoy en paro, y yo mismo me he creído que esa circunstancia es lo mismo que estar de vacaciones pagadas. Como decía, mi verano se ha llenado de planes, de viajes, de ideas, de visitas, de fiestas... Ayer un amigo me decía, que la verdad es que no era para tanto. Y tiene razón, no es para tanto, pero teniendo en cuenta los planes que yo tenía al comienzo del mismo, hasta llegar a tener ocupados todos los fines de semana, como ahora tengo, hay una gran diferencia.

No sé cómo ha pasado, pero está bien. Dentro de la planificación propia de cada uno de los fines de semana (algunos de los planes ocupan semanas completas), ha sido todo de una manera espontánea, me han ido llegando ideas poco a poco que no he podido rechazar... y las he ido gestando, hasta convertirlas en mis propios planes...

Hace un par de meses, contestaba yo a un mail de una amiga, en el que me preguntaba que cómo se planteaba el verano... Repito, le contesté que mi verano se planteaba bastante aburrido, que sólo disponía de un plan (que se repite cada año y que no cambiaría por nada) hasta el momento, y que no creía que apareciera ningún otro, porque carezco de una fuente de ingresos... ¿Qué ha pasado? me he dejado llevar por la locura del momento... eso es una buena señal...