Como antes decía, quizá sí tenga que ver con nuestro propio humor. Por mí, y por muchos de mis amigos, esos momentos son más visibles en la gente que tiene mejor humor, que está feliz más veces que triste. Es, probablemente, porque a las personas que están más veces triste se les nota menos uno de estos momentos, porque viven casi en el noventa por ciento en un constante bajonazo.
Muchas veces he sido consciente, incluso, que a las personas que tenemos muy buen humor, se nos toma poco en serio. Tenemos el mismo derecho a "disfrutar" de esos momentos. Llegan, como digo, sin explicación. Y nos llegan a todos. Sin ir más lejos, hace poco atravesé uno. Le di muchas vueltas, y creí encontrarle una explicación, porque me había pasado más o menos lo mismo en parecidas circunstancias. Pero después de un tiempo me di cuenta de que estaba durando más de lo habitual, así que lo pensé más detenidamente. Después de ese tiempo de reflexión, creí encontrar la razón (de nuevo)... lo superé por eso mismo, el motivo en sí mismo me asustaba más que el estar atravesando uno de esos momentos.
Igual que llegan se van. Hace bastante tiempo, una amiga mía vino de pasar un fin de semana en casa de sus padres con uno de estos, no supo explicarnos por qué, obviamente. Tiempo después, un día en la biblioteca, se le pasó, sin más, después de estar todo el día con nosotros con la misma cara amargada, pero en mitad de la tarde escuchó una tontería y sonrió, y se rió.
Así son. Llegan y se van a su antojo. En unas ocasiones nos puede ayudar pensarlo en la soledad de nuestros pensamientos, otras veces puede ayudarnos el hecho de socializar, de hacer vida normal, en otros momentos lo mejor es no pensarlo (ni en soledad ni acompañado), intentar ocupar la mente con lo que hacemos habitualmente. A veces nos ayuda hablarlo con alguien, a veces lo que menos nos apetece es que otra persona escuche lo que nos pasa, sobre todo si no somos capaces de explicárnoslo a nosotros mismos. Incluso podemos verlo como algo ridículo.
Lo que sí sé es que, para el que lo sufre, es algo importante. Que alguien nos hable y nos diga que no tiene importancia, que ya se nos pasará, no hace sino empeorar la situación, alargar nuestra pequeña agonía, sumirnos un poco más, si cabe, en nuestra insignificante depresión. Sería, desde mi humilde opinión, un buen tema a tratar por psicólogos y psiquiatras. ¿Tiene que ver con nuestro estado mental? ¿tiene que ver con las circunstancias que nos rodean? ¿tiene que ver con algún momento en concreto que vivimos con anterioridad? ¿tiene que ver con alguien que hace algo que nos gusta o nos molesta?... tengo la certeza de que el único culpable de esto es la propia persona que lo sufre, y el que lo supere o no sí que tiene que ver con las circunstancias del momento de sufrimiento.
No sé si por aburrimiento, por envidia, por disfrutar mucho de algún momento, por estar con alguien que nos aporta mucho, por despedirnos de ese alguien, por despedirnos de una buena temporada en algún sitio en el que lo hemos pasado muy bien con gente que queremos, por acordarnos de cualquier tiempo pasado, por recordar buenos momentos, por echar de menos los buenos momentos... cosas que, a menudo, lo que deberían provocarnos es, creo, atravesar algunos momentos altos.