lunes, 7 de junio de 2010

Culpable de todo: la resaca

¿Quién no se ha levantado un sábado y ha dicho: "no vuelvo a beber"? debe ser que tenemos poca palabra, porque por la propia experiencia puedo decir que esa es una de las mayores mentiras que he dicho y diré en mi vida. La desagradable sensación de resaca me dura sólo el día siguiente, y a veces sólo la mañana (con una pequeña parte de la tarde), porque a veces la misma noche vuelvo a salir.

¿No dicen que como mejor se pasa la resaca es bebiendo más? bueno, a veces es cierto. Otras veces lo único que se consigue es una mayor resaca el domingo, y además gastar más dinero. En cuanto al tema, se me ocurren muchas cosas que decir, y todas las anécdotas relacionadas con la fiesta y la resaca están rodeadas de diferentes circunstancias.

A medida que crecemos, nuestras resacas son peores, las sufrimos de maneras diferentes. Con menos años somos capaces de salir de fiesta tres días seguidos y olvidarnos de la resaca a la hora de desayunar. Con más años, nuestras resacas duran más tiempo, y nos autoconvencemos de que no podemos salir más de un día seguido. No es cierto. El caso es proponérselo a uno mismo. Mi experiencia me dice que si me propongo estar todo un fin de semana de fiesta, puedo hacerlo (a base de ibuprofenos y medicamentos varios), incluso he podido aguantar hasta una semana completa. Eso por un lado.

Por otro, cuando salimos somos conscientes de que al día siguiente vamos a tener resaca, por esa misma razón casi hasta la buscamos más. Si vamos por la calle, sin rumbo fijo, al primer bar que nos encontremos, y se nos cruza el relaciones de turno, ofreciéndonos dos copas por el precio de uno, o un chupito con la copa, o copas a 4 euros... muchos somos los que "caemos" en el engaño, y pensamos: "total, alcohol malo voy a beber de todas formas, así que... por lo menos, que sea barato".

Y estando de fiesta, sin aguantar de pie si no es apoyándonos en una pared, en la puerta del baño, esperando, con un brazo en la barra o en una mesa... y seguimos bebiendo. Conocemos nuestro límite (al menos yo el mío sí), y parece que queremos llegar a él, incluso superarlo un poquito, ponernos a prueba a nosotros mismos, y lo pensamos, con la última copa, en un momento de lucidez: "¡Qué resaca voy a tener mañana!", a veces hasta se adelanta, y al final de la noche (o principio de la mañana) ya tenemos un ligero dolor de cabeza, provocado no sólo por el humo y la música de los lugares en los que hemos estado, sino por todo el alcohol que hemos metido para el cuerpo.

Nos extrañamos encima de que al día siguiente estamos todo el día de la cama al sofá, del sofá a la nevera (para los que no tienen una resaca estomacal, que no es mi caso), de la nevera otra vez al sofá... perdiendo un tiempo maravilloso en poder hacer algo provechoso con nuestras vidas. ¿Y las resacas en días de trabajo? hablo con conocimiento de causa cuando digo que trabajar con resaca es lo peor que he hecho en toda mi vida.

Hace tiempo me uní a un grupo de Facebook que se llamaba "No necesito divertirme para beber" (o algo así). Me hizo dudar, si realmente somos alcohólicos sociales, o es verdad que necesitamos beber para divertirnos. Mucho antes mis amigos y yo habíamos hablado del tema, nuestra conclusión fue que si salíamos de fiesta y no bebíamos, no nos divertíamos de la misma manera. El divertirse en sí mismo no tiene que ver con el beber alcohol, pero sí el salir de fiesta. Personalmente, yo no pueda salir de fiesta a base de aguas, o cocacolas. Lo siento, señores de la ley seca, no sé salir de fiesta si no es con una caña y con unas cuantas copas encima, a pesar de saber como sé que mi cuerpo sufre, pero no por la cantidad de alcohol, sino por la resaca del día siguiente.