viernes, 4 de junio de 2010

Esa extraña necesidad...

Sinceramente, tengo el perfil en Blogger desde hace tiempo, incluso alguna vez creé un blog, pero lo abandoné al poco tiempo. Hoy me he vuelto a pasar por aquí, he mirado otros blogs, he leído cosas interesantes, he leído cosas aburridas... pero lo que más me ha llamado la atención es la necesidad de muchos de contar su vida a gente desconocida (y alguna conocida)...

Puedo decir que utilizo Facebook desde hace más tiempo, y es verdad que mis "amigos" de FB, son conocidos, amigos del colegio, del instituto, de la universidad, del trabajo... por alguna razón son amigos, y a ellos muchas veces les cuento (poseído por una extraña necesidad) lo que hago a lo largo del día. En mi estatus he llegado a contar lo que cenaba, a qué hora me iba de viaje, dónde iba a estar el fin de semana... llegué una vez a comentar que me invadía la necesidad de contarles todo lo que hago a lo largo del día...

La excusa es que son mis amigos, no sé si les interesará o no, pero confío en que muchos de ellos lo leerán y raramente se sorprenderán, porque, poco o mucho, me conocen, y saben cómo soy. Pero, leyendo hoy como he leído algunos blogs, me he sorprendido mucho de que algunos de los que aquí están puedan llegar a contar todas sus intimidades, sus preocupaciones, sus "comeduras de cabeza"... Lo sé, ahora mismo estoy haciendo lo mismo, me estoy exponiendo a ello, ese es el riesgo que se corre. Pero, me asalta una duda, ¿por qué el ser humano tiene la necesidad de contarlo todo?... Muchas veces me he sorprendido a mí mismo contándole mi vida a alguien desconocido, y todas esas veces lo he achacado a una herencia. Lo he visto en las "capas más altas" de mi familia, he visto cómo mis abuelos le contaban al dueño de una casa rural en la que estuvimos que eran de un pequeño pueblo de Salamanca; he visto como, en el mismo viaje, mi tía le contaba a un camarero que su madre quería carne guisada porque es más fácil de masticar con la dentadura postiza...

Con esos momentos me enfrento a una gran cantidad de sentimientos encontrados. Por una parte, ternura, por otra, cariño hacia mi familia, y por otra, un poco también, vergüenza. Aquí, en el medio en el que me encuentro ahora, internet, todo parece diferente. Nos escudamos, quizá, en la pantalla de nuestro ordenador, en la soledad de nuestra habitación, y en el poder de la imaginación. Digamos lo que digamos, poco nos podemos fiar, dudamos siempre de si es verdad o mentira lo que estamos viendo... pero eso, ahora es harina de otro costal...

Lo único que ahora puede decir, es que tengo que dejar de escribir, porque es hora de comer, y a ello mismo voy... Hoy toca pollo con arroz y salsa de soja... para quien le interese.