De pesimistas está el mundo lleno, y yo me incluyo. Jamás me he considerado yo optimista, pero ni un poquito, ni siquiera en este año que he empezado con un poquito de suerte, lo justo, vaya, no se vayan ustedes a creer...
A uno le da por pensar, ¿pero el 13 no es el número de la mala suerte? Lo que sí está claro es que es un número mágico, algo tiene. Incluso yo lo pienso, incluso alguien pesimista a veces tiene la necesidad de creer en una tontería así.
¿O qué será? ¿Realmente la filosofía del efecto dominó funciona? ¿Recuerdan ustedes? Aquella filosofía que busca un gran cambio con pequeños cambios... Pero basta con cambios tontos, con cambios insignificantes... Esto forma parte del karma, que dicen algunos, si uno está predispuesto a cualquier cambio, por pequeño que sea, aceptará y recibirá bien y pronto el gran cambio que está por llegar... Porque cambios así están por llegar, para cualquiera que lo desee.
Además, ¿no se nota el cambio? ¿No ven ustedes en mí un cambio de actitud? ¿Más animado, más feliz? Sorprende, ¿verdad? Y más viniendo de alguien que cree en el destino, alguien que aceptó hace tiempo que tiene lo que tiene porque es así, porque alguien lo decidió (alguien, pero no dios ni nada... Les recuerdo que la religión cree en el libre albedrío, que, curiosamente, es todo lo contrario). Y no se preocupen, que ni me he hecho budista, ni espiritual, ni nada de eso...
Mi ánimo es resultado de lo que me viene rodeando desde hace tiempo, es un compendio de muchas de las filosofías que ahora quiero seguir. De una ya les he hablado, el efecto dominó (kármica), otra es la que da título a esta entrada, triscaidecafilia (optimista) y la última, que ya otro día les explico, es el medaigualismo (egocéntrica). Es una buena mezcla, no se crean. Y funciona, yo lo noto. Ya ven.