La excusa de la crisis nos lleva a aceptar demasiadas mierdas. Uno se harta de escuchar tanto consejo para resignarnos ante tanta injusticia que nos rodea, que vemos en la televisión, que incluso sufrimos en nuestras propias carnes, y si no es así, conocemos a gente que la sufre y la padece. Díganme ustedes, ¿hay dicho más estúpido que el de "mal de muchos, consuelo de tontos"?
Ciertamente, los españoles somos muy tontos. Nos lo han hecho creer en más de una ocasión, y al final, como somos así de tontos, nos hemos resignado a aceptarlo casi sin rechistar. Que uno intenta quejarse de cualquier cosa y al final es callado de la manera más tonta: "pero, no nos podemos quejar en los tiempos que corren y estando las cosas como están". ¡Basta ya de tonterías, por favor!
Cada uno es libre de quejarse de lo que le dé la gana. ¿Tan tonto se cree uno mismo como para sentirse intimidado ante ciertos chantajes emocionales? Aprendí hace tiempo a rechazar esos chantajes emocionales tan dañinos (emocionalmente, psíquicamente e, incluso, socialmente), o aceptarlo únicamente de quien tiene autoridad moral suficiente como para poder hacerlo. Y cuando digo "autoridad moral suficiente", sí, sin duda me refiero a los pocos que son capaces con predicar con el ejemplo.
¡Estamos de coña! ¿Verdad? Sólo hay que poner un rato la televisión (o la radio, o leer el periódico, o mirar en internet... no importa cómo se informen) para conseguir alcanzar un grado de cabreo tan alto que le dan a uno ganas de gritar que vive en uno de los países más vergonzosos que existen sobre la faz de la tierra. Basta con dos minutos de información para ser conscientes de los errores que algunos cometieron y de los que ahora, a los cuatro vientos o en la intimidad de sus hogares, se arrepienten.
Que no, señores, que el arrepentimiento a veces no es suficiente, tampoco lo es quedarse en casa de manos cruzadas, y tampoco, como ya nos ha dejado claro este gobierno (que hasta es difícil definir utilizando la ironía... sólo me vienen a la cabeza calificativos muy despectivos y bastante ofensivos), de nada sirve quejarnos. Pero, ¿de verdad la salida es la resignación? ¿Por qué sólo se me ocurren calificativos negativos para el gobierno?
Que sí, demasiadas preguntas, y muchas que pretenden ser calladas. Pero no las mías que ahora expongo... Que no... Que en eso nos hemos convertido. En un país de tontos resignados que agachan la cabeza y se consuelan pensando que no son los únicos que están sufriendo con las injusticias que asolan la sociedad española del momento. Para esto hemos quedado. Para aceptar la resignación que nos viene impuesta por gente que no sabe, no quiere y no pretende predicar con el ejemplo. De verdad, si es mal de muchos, que sea mal de muchos de verdad.
- Mal de muchos, consuelo de tontos.
- Es la herencia que nos han dejado.
- Todos tenemos que apretarnos el cinturón, todos tenemos que hacer esfuerzos.
- Pero tal y como están las cosas, no nos podemos quejar.
- No nos quejaremos muy alto.
- Es lo único que hay, tendré que acostumbrarme.
- Bueno, ¿y de qué nos sirve quejarnos?